Leishmaniasis o leishmaniosis

La leishmaniasis (o leishmaniosis) es un conjunto de enfermedades zoonóticas y antroponóticas causadas por protozoos del género Leishmania. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente, hasta formas fatales en las cuales se presenta inflamación grave del hígado y del bazo. La enfermedad es una zoonosis que afecta tanto a perros como a humanos. Sin embargo, animales silvestres como liebres, zarigüeyas, coatíes y jurumíes, entre otros, son portadores asintomáticos del parásito, por lo que se los considera animales reservorios.

El agente se transmite al humano y a otros animales a través de la picadura de hembras de los flebotomos, un grupo de insectos chupadores de sangre pertenecientes a los géneros Phlebotomus del Viejo Mundo, (Europa, África y Asia) y Lutzomyia en América, de la familia Psychodidae. En Colombia, en ciertas regiones, este tipo de insectos es más conocido como palomilla. En las zonas tropicales de Ecuador se lo conoce como "arenillas".

transmisión

Leishmaniasis

Diagnóstico

El diagnóstico de la leishmaniasis requiere la visualización directa del parásito en improntas del sitio de la lesión, las cuales se tiñen con Giemsa o tinción de Romanowsky o por medio de biopsias. Otras posibilidades de diagnóstico consisten en el uso de técnicas moleculares como la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para amplificar e identificar el ADN del parásito. Entre los métodos indirectos de diagnóstico se encuentran el hemocultivo en medio NNN (Wikipedia inglesa) y los ensayos serológicos tradicionales como la fijación del complemento (Wikipedia inglesa) y la inmunofluorescencia, además los modernos como el ELISA. La intradermorreacción de Montenegro o Leishmanina es la más usada en el mundo y consiste en la inoculación de extractos parasitarios en la piel. Si el paciente es positivo a Leishmania, se genera una reacción de hipersensibilidad de tipo celular (IV), caracterizada por el rubor y tumefacción del área inoculada. Esta prueba es semejante a la tuberculina usada para el diagnóstico de tuberculosis.


SÍNTOMAS DE LA LEISHMANIASIS EN PERROS

Algunos perros pueden ser asintómaticos durante períodos de tiempo variables según su sistema inmunitario, puediendo variar semanas o incluso meses.

Los perros afectados, cuando comienzan a dar muestras de los síntomas de su enfermedad, pueden presentar:


  1. Adelgazamiento.
  2. Fiebre.
  3. Crecimiento anormal de las uñas.
  4. Anemia.
  5. Artritis.
  6. Insuficiencia renal.
  7. Apatía, debilidad.
  8. Atrofia muscular progresiva.
  9. Úlceras cutáneas.
  10. Heridas que no cicatrizan.
  11. Piel seca.
  12. Caspa.
  13. Pérdida de pelo.
  14. Falta de pelo alrededor de los ojos.
  15. Hemorragias nasales.
  16. Inflamación de ganglios linfáticos, hígado y bazo.
  17. Cojeras.
  18. Lesiones oculares.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA LEISHMANIASIS EN PERROS

El diagnóstico se realiza mediante pruebas serológicas, análisis de sangre, biopsia de piel, o citología de la médula ósea.

La leishmaniasis canina tiene tratamiento, y éste será más eficaz cuanto más precozmente se diagnostique. Cuanto antes se detecto y se acuda al veterinario menos avanzará la enfermedad y las secuelas que sufra nuestro perro no serán tan grandes. Una tardía detección podría llegar a atacar a órganos vitales del perro teniendo que llegar a recurrir a diálisis, transplantes... o causar incluso su muerte.

Hay que tener en cuenta que la leishmaniasis canina es una infección que a día de hoy no tiene cura, pero los medicamentos disponibles actualmente en el mercado pueden alargar y mejorar la calidad de vida de nuestro perro, llegando incluso a no percibir su enfermedad. Eso sí, es muy importante no olvidar nunca que la leishmaniasis en perros es una enfermedad crónica y por lo tanto estar alerta de posibles recaídas.

Los tratamientos constan de antimoniales pentavalentes: metilglucamina y estibogluconato sódico, cesiastes otros tales como la anfotericina B, la pentamidina y el ketoconazol.

Puden durar varias semanas y los fármacos utilizados se aplican mediante inyección o vía oral. Se trata de medicamentos caros que mejorarán la calidad de vida de nuestro perro pero no lo curarán.

PREVENCIÓN DE LA LEISHMANIASIS EN PERROS

Con todos los datos expuestos en este artículo queda claro que la prevención es, sin duda, el método más efectivo para evitar la leishmaniasis canina.

La lógica ya nos indica cuál es la primera forma para prevenir la leishmaniasis en nuestro perro: evitar el riesgo de sufrir picaduras de insectos. Para ello existen en el mercado sprays repelentes, pipetas y collares que ayudan las posibilidades (aunque no las eliminan) de recibir un picotazo indeseable. Si tu perro duerme fuera, se aconseja la utilización de mosquiteros durante la noche. Igualmente, en las zonas y fechas en donde el riesgo es mayor, se puede intentar sustituir los paseos nocturnos, los de primeras horas de la mañana o últimas de la tarde por paseos diurnos.

Recientemente, en el año 2011 y tras más de 20 años de investigación, se ha iniciado la comercialización de una vacuna que estimula el sistema inmunológico de los perros reforzando su resistencia a las enfermedades.

Cabe remarcar que la vacuna de la leishmaniasis en perros se utiliza únicamente como prevención de la enfermedad, es decir, sólo se administrará en el caso de que nuestro perro haya dado negativo en unas pruebas serológias previas, ya que no se lograría beneficio alguno.

LA VACUNA CONTRA LA LEISHMANIASIS EN PERROS

Tras más de 20 años de investigación se lanzó al mercado, en el año 2011, la vacuna contra la leishmaniasis en perros. Su administración ha de ser realizada en perros sanos tras haber sido confirmado en un estudio serológico previo, y sus efectos serán la estimulación del sistema inmunológico de nuestro compañero, que verá reforzada su resistencia a las enfermedades.

También hay que tener en cuenta que la vacuna contra la leishmaniasis no elimina al 100% las posibilidades de contraer la enfermedad, por lo que sigue siendo aconsejable el uso de repelentes, especialmente en las zonas y las épocas más proclives al desarrollo de la enfermedad.

Las posibilidades de sufrir reacciones secundarias negativas a la vacuna son escasas y sus síntomas de escasa gravedad. Entre los efectos secundarios descritos se encuentra la posibilidad de que nuestro perro desarrolle, en la zona en la que la ha recibido, inflamaciones, enrojecimientos, endurecimientos o dolores, todos ellos de carácter temporal, y poco preocupantes, que deberían desaparecer a los pocos días.

Asimismo, nuestro perro podría dar muestras de apatía, sufrir algún trastorno alimenticio o algo de fiebre, que serán más frecuentes tras la administración de la vacuna. También existe alguna posibilidad de desarrollar alguna alergia.

Debido a la existencia de estos efectos secundarios, existen opiniones dispares entre los defensores y los detractores de la administración de la vacuna de la leishmaniasis a nuestros perros, aunque la reducción de las probabilidades de la contracción de la enfermedad es un hecho. 

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